martes, 22 de noviembre de 2011

- Mientras mi mente esté tranquila, qué el mundo diga lo qué quiera .(H)

Llámame falsa, quizás porque te regalo mil sonrisas aunque no sea feliz, o porque alguna que otra vez hable a esa persona que tanto odio o simplemente porque solo muestro mi verdadera forma de ser a algunas personas. Llámame inmadura y cría, porque no afronto mis problemas o porque me gusta vivir la vida a mi manera, porque me río de la gente o porque siempre digo lo que la gente quiere oír. Llámame egocéntrica y orgullosa, quizás porque casi siempre pienso en mi beneficio o porque perdí la oportunidad de un último beso por una cuestión de orgullo. 
Dime que no tengo una cara bonita, que mis ojos son horrorosos y que me pintó demasiado para ser una niña, que mis dientes no son perfectos y que sonrío demasiado. Llámame cobarde porque no admita como verdaderamente estoy y porque no llore en público. Llámame cabezota y pesada, si quiero conseguir lo que me propongo o porque me gusta cansar a la gente. Dime que soy una mentirosa porque no muestro mi verdadero estado de ánimo a la gente y que sonrío solo para evitar preguntas. Podrías decir los mil y un defectos que tengo, pero durante una larga temporada te parecieron perfectos.